En Santa Fe se siguen realizando sacrificios de animales para practicar magia negra e invocaciones en rituales umbanda. Según detalla el diario El Litorial, en El Palomar, por ejemplo, grupos de personas que realizan estas prácticas paganas roban palomas que suelen usarse en determinadas fechas para ser sacrificadas, como en Halloween (o Noche de Brujas), que se celebra el próximo 31 de octubre en todo el mundo.
Lo mismo con perros y gatos blancos y negros. Organizaciones que trabajan en la defensa de los animales recomiendan que no se den en adopción en esas fechas conmemorativas (incluso en Semana Santa), porque de ser dados, esos animales tienen el "certificado de defunción": serán sacrificados de una forma horrorosa.
"Son inenarrables las cosas que les hacen a los animales", dice Yamila Giamal, del grupo proteccionista Aves en Problemas Santa Fe. En parques públicos aparecen gallos y gallinas degolladas; lo mismo con las palomas. "Con respecto a las palomas blancas no hay tantas pero no porque se las roban, esto es algo ocasional; lo cierto es que antes había muchas más de este color", añade. Es decir, de a poco fueron "desapareciendo".
"En cultos afrobrasileños (como umbanda) se utilizan como un medio de satisfacer a sus dioses a cambio de protección, y para eso se las sacrifican como un regalo", dice. "Sabemos que se roban palomas blancas de El Palomar, de las pocas que quedan. Incluso nuestro veterinario nos anotició de haber encontrado ejemplares muertos de estas aves que tenían las patas atadas con hilos rojos, algo que es parte de los rituales", apunta Giamal.
"Ofrenda"
Impedir el robo de palomas "sería algo muy difícil, porque se requeriría un control y vigilancia permanente sobre estas poblaciones de aves", dice la proteccionista. Y Gabriel Piedrabuena, de la Asociación Civil Dignidad Animal, agrega: "En realidad, la utilización de animales para 'rituales' se hace durante todo el año. Las palomas, por ejemplo, forman parte de una 'comida-ofrenda' que realizan los umbandistas".
En fechas como Halloween e incluso en vísperas de Semana Santa, "se incrementa la cantidad de animales sacrificados y desaparecidos -asevera-. Por una distorsión que tiene más relación con lo cultural que con las prácticas religiosas, no es algo fuera de lo normal encontrar perros con el ano y el hocico cocidos, en una suerte de 'adaptación' de los 'trabajos de muerte' que practicaban las antiguas curanderas", expresa Piedrabuena.
Esta práctica a la que alude el referente proteccionista remite al antiguo ritual del sapo, al que históricamente se lo asocia como "siervo del Diablo y aliado de las Brujas": "Este ritual consistía en poner una foto de una persona (a la que se quiere agredir con un maleficio) en la boca del sapo vivo, para posteriormente proceder a coserle la boca, el ano y los ojos", explica.
"Todo se hace con el sapo vivo y la creencia dicta que, a medida de que el sapo se va 'secando', la persona (de la foto) se irá sumiendo, secándose de a poco, hasta que se produce su muerte, en coincidencia con la del sapo (que habitualmente eran tirados en tumbas del Cementerio para que nadie los encuentre). A esa práctica parece que algunos más que pervertidos ahora la llevan a cabo con perros, y no me sorprendería que con cualquier otro animal", se lamenta el proteccionista.
"No hay límites"
Estos rituales paganos se realizan en lugares específicos, siempre de madrugada, en la Costanera, el Parque Federal el Garay y el Parque del Sur, entre otros, coinciden los tres proteccionistas. "Hablamos de gallinas degolladas, de perros y gatos negros muertos, incluso de chivos que hemos encontrado sacrificados. No hay límite en el nivel de psicopatía en estas prácticas. Todavía hay mucha gente que cree en estos rituales y pagan los platos rotos los animales", aporta Darío González, director de SOS Pitbull Santa Fe.
Sólo basta con pasar por las paredes de entrada del Cementerio Municipal para que encuentren los restos de gallinas, advierte. González trabaja en el Instituto Municipal de Salud Animal (IMUSA), y cuenta que en un operativo de limpieza en la Costanera Este, junto a sus colegas encontró chanchos muertos. "Los degüellan, les cortan las cabezas… Todos son rituales de brujería y magia negra; los animales sacrificados, que no se comen, son otorgados como una especie de ofrenda. Una locura", expresa.